La superficie de la Luna presenta tres tipos de accidentes: (1) mares o zonas oscuras y cóncavas, que reflejan una pequeña parte de la luz solar recibida y, aunque aparentemente se observan planas, están formadas en general por cuencas de lava; (2) mesetas o costra lunar, llanas y extensas y ligeramente elevadas que en el siglo XVII eran conocidas con el nombre de tierras; y (3) zonas extensamente cubiertas por erupciones, de tal modo que la superficie original, o sea, los mares y las mesetas, se hacen difíciles de reconocer. Los tres tipos de accidentes muestran cráteres de impacto. Los mares principales forman un complejo en el cual sobresale el Mare imbrium o mar de las Lluvias. Destacan también el Oceanus procellarum o mar de las Tempestades; el Mare serenitatis o mar de la Serenidad; el Mare nubium o mar de las Nubes; y el Mare tranquilitatis o mar de la Tranquilidad. Entre las montañas, cabe mencionar los Apeninos, los Alpes, el Cáucaso y los Haemus. Por su parte, las montañas Leibniz son difícilmente observables desde la superficie terrestre. La altura de las montañas se determina por la proyección de sus sombras. Se supone que los cráteres pueden proceder de procesos volcánicos lunares o de choques con meteoritos. Entre los más importantes se encuentran el Tolomeo, de suelos llanos, y el Eratóstenes, en cuyo fondo se destaca un grupo de montañas.
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