lunes, 28 de febrero de 2011

Navegando con las estrellas: Los albores de la navegación de altura - Mínia Manteiga Outeiro / Pablo López Varela y Alsira Salgado Don

 No se puede determinar el lugar y el momento en que el ser humano, impulsado por el anhelo de conocimientos y de expansión geográfica, comenzó a emplear y dirigir objetos flotantes para salvar extensiones de agua, ya que se trata de un hecho universal que difícilmente soporta un punto de vista individualizado. Lo que sí podemos hacer es, basándonos en pruebas históricas, analizar la evolución que esta actividad tuvo desde el mundo antiguo hasta nuestros días. Así, a lo largo de esta nueva serie de artículos, "Navegando con las estrellas", trataremos de dar una idea de los métodos e instrumentos que han empleado los navegantes en el desarrollo de la aventura marítima, prestando especial atención a aquellos que tuvieron su base en la observación del cielo.
En este primer artículo nos centraremos en el nacimiento del denominado "arte de la navegación", donde los marinos recurrían a todo tipo de astucias, no siempre basadas en hechos cuyo fundamento se hubiese adquirido científicamente, para llevar a buen puerto sus travesías.
En las primeras navegaciones es de suponer que nunca se perdía la costa de vista, usando ésta como único medio de orientación. Posteriormente, con la necesidad de realizar travesías cada vez mayores, la observación del firmamento, con la lenta y fiable cadencia en el tiempo de las posiciones de las estrellas más brillantes, empezó a utilizarse para intuir la situación del buque en su derrota y para señalar la dirección a seguir. Fueron varios los pueblos primitivos que nos permitirían ejemplificar este tránsito, entre los que destacan los antiguos habitantes de las islas de la Polinesia, quienes realizaban navegaciones de gran envergadura sirviéndose de la ayuda de los astros en sus viajes entre islas (véase el artículo publicado en caosyciencia "Las gentes del mar abierto").
Volviendo la mirada hacia Europa, puede decirse que el arte de la navegación marítima se engendró en el Mediterráneo. Dentro de este mar las condiciones meteorológicas son más propicias que en mares y océanos abiertos. No presenta variaciones de marea ni corrientes demasiado fuertes, y los vientos predominantes son bastante estables en su dirección en función de la época del año y de la zona. Además, presenta la ventaja de que su limitada extensión permite realizar travesías entre puertos sin perder la costa de vista durante mucho tiempo. Estas circunstancias permitieron primero a los cretenses y posteriormente a los fenicios, cartagineses, griegos y romanos, expandirse por las costas mediterráneas, e incluso aventurarse por las costas atlánticas. Entre estos pueblos, los fenicios fueron los que lograron un mayor dominio de los mares en su tiempo. Basta mencionar que existen indicios de su llegada, a través del Mar Rojo, a la costa sudoeste de la India hacia el 950 a.C., y que lograron la circunnavegación de África hacia el 600 a.C. También en esta época importaban estaño de forma regular desde Cornualles, y en el siglo VI a.C. descubrieron las islas de Madeira, Canarias y Azores.
Fuentes y leer resto del articulo
www.caosyciencia.com/ideas/articulo.php?id=280211

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