sábado, 30 de abril de 2011

Nueva visión del Universo La galaxia Andrómeda se 'viste' de colores




La flota de telescopios de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha permitido observar la galaxia de Andrómeda, también conocida como M31, de una forma muy distinta de la habitual. Captando longitudes de onda en frecuencias que son invisibles para el ojo humano, ha logrado revelar los diferentes aspectos de esta galaxia en espiral gigante.
Andrómeda es el objeto visible a simple vista más alejado de la Tierra. Está a 2,5 millones de años luz y es la más brillante de un conjunto en el que hay otras 30 galaxias pequeñas y otras dos grandes: la Vía Láctea y la Galaxia del Triángulo.
Los telescopios ópticos han permitido desde hace mucho tiempo observar la luz visible que emiten sus estrellas, pero constituía tan sólo una pequeña fracción del espectro de radiación electromagnética que emite.
Ahora, en las bandas de mayor longitud de onda, el satélite Planck es capaz de capturar la radiación en microondas de Andrómeda, llegando a detectar partículas de polvo a temperaturas extremadamente bajas, de tan sólo unas decenas de grados sobre el cero absoluto.
Si las partículas están a mayor temperatura, se pueden detectar en la banda del infrarrojo con el telescopio espacial Herschel, un satélite que desvela cúmulos de polvo en los brazos espirales de la galaxia, en los que se están formando nuevas estrellas.
Además, el telescopio XMM-Newton registra la radiación con una longitud de onda que es más corta que la de la luz visible, entre la que se encuentran los rayos-X y la luz ultravioleta. En estas bandas podemos observar las estrellas más viejas. Algunas están llegando al final de sus vidas y otras ya han explotado, generando una onda de choque que surca el cosmos. XMM-Newton ha estado estudiando el núcleo de Andrómeda desde el año 2002 y ha descubierto un gran número de estrellas.

Radiación ultravioleta

Por otro lado, la radiación ultravioleta ha revelado la ubicación de las estrellas súper masivas, que son las jóvenes que consumen rápidamente todo su combustible, explotando en supernovas a las pocas decenas de millones de años de su formación.
En general, la nube de polvo interestelar que hay en el Cosmos, absorbe este tipo de radiación y la vuelve a emitir, pero en otra banda diferente, la del infrarrojo. Por ello, las regiones en las que se puede detectar directamente indican grandes claros, regiones despejadas de polvo en el núcleo de Andrómeda.
Uniendo los resultados de todas estas observaciones, y al poder estudiar la galaxia de Andrómeda en las diferentes longitudes de onda, los astrónomos son capaces de seguir de principio a fin el ciclo de vida de las estrellas.
Algo que ya se sabe es que Andrómeda se está acercando a la Tierra a unos 300 kilómetros por segundo, y se cree que de aquí a, aproximadamente, 3.000 a 5.000 millones de años podría colisionar con la nuestra y fusionarse ambas formando una galaxia elíptica gigante.

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