Los sensores chisporrotearon, indicando que la nave se aproximaba al nuevo candidato y comenzaba la deceleración. Repantingada en la silla de mando, a solas en la penumbra del puente, Dzztz frotó las alas, bamboleó la ahusada cabeza con expresión aburrida y observó el panorama. La estrella aún era un puntito no mucho más brillante que sus compañeras de alrededor, y a simple vista no se adivinaban más que cinco o seis tenues luceros junto a la estrella —incluso aunque una dispusiera de setenta y dos ojos compuestos—; planetas que sólo se vislumbraban si una los miraba de reojo, como si disimulara.
Por enésima vez en los setenta y seis años que llevaba de misión, Dzztz siseó de resignación, y se dispuso a seguir el protocolo de búsqueda. Las primeras dieciséis o diecisiete veces había sido emocionante, incluso contando los errores garrafales que estuvieron a punto de causar la extinción de su especie. Las siguientes veinte había estado segura de que el siguiente candidato sería su hogar definitivo*. Ahora ya ni siquiera llevaba la cuenta.
A la tercera va la vencida", con todas sus versiones, es un refrán muy extendido que da idea de la paciencia típica de una especie. Los Dzzkzianos, en concreto, se tomaban las cosas con tanta calma que habrían exasperado incluso a las tortugas de cualquier isla paradisiaca del Universo.
Dzztz comprobó el estado de las cámaras de criogenización, donde los pocos miles de supervivientes del Gran Desastre descansaban en estado larvario, derivó parte de la energía a los sensores de corto alcance y ordenó a la computadora de a bordo comprobar una vez más el espectro de la estrella.
Algo insegura todavía a causa del rápido y accidentado aprendizaje, Dzztz examinó la forma del perfil y las líneas de absorción, que marcaban elementos atómicos en la atmósfera del astro, y cuyas profundidades relativas revelaban al ojo experto cosas como el tamaño de la estrella, su temperatura o su estado evolutivo. Se trataba de una vulgar enana amarilla, en fase de secuencia principal: aún quemaba hidrógeno en su núcleo de manera estable, fusionándolo en helio que, más pesado, se depositaba como residuo en su centro. Y a juzgar por su poca masa, estaría así al menos otros cuatro mil millones de años.
Fuentes y leer resto de la cronica aqui :www.caosyciencia.com/ideas/articulo.php?id=090211
Por enésima vez en los setenta y seis años que llevaba de misión, Dzztz siseó de resignación, y se dispuso a seguir el protocolo de búsqueda. Las primeras dieciséis o diecisiete veces había sido emocionante, incluso contando los errores garrafales que estuvieron a punto de causar la extinción de su especie. Las siguientes veinte había estado segura de que el siguiente candidato sería su hogar definitivo*. Ahora ya ni siquiera llevaba la cuenta.
A la tercera va la vencida", con todas sus versiones, es un refrán muy extendido que da idea de la paciencia típica de una especie. Los Dzzkzianos, en concreto, se tomaban las cosas con tanta calma que habrían exasperado incluso a las tortugas de cualquier isla paradisiaca del Universo.
Dzztz comprobó el estado de las cámaras de criogenización, donde los pocos miles de supervivientes del Gran Desastre descansaban en estado larvario, derivó parte de la energía a los sensores de corto alcance y ordenó a la computadora de a bordo comprobar una vez más el espectro de la estrella.
Algo insegura todavía a causa del rápido y accidentado aprendizaje, Dzztz examinó la forma del perfil y las líneas de absorción, que marcaban elementos atómicos en la atmósfera del astro, y cuyas profundidades relativas revelaban al ojo experto cosas como el tamaño de la estrella, su temperatura o su estado evolutivo. Se trataba de una vulgar enana amarilla, en fase de secuencia principal: aún quemaba hidrógeno en su núcleo de manera estable, fusionándolo en helio que, más pesado, se depositaba como residuo en su centro. Y a juzgar por su poca masa, estaría así al menos otros cuatro mil millones de años.
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