Semáforos que no funcionan, satélites que no controlan la gestión de las redes de telecomunicaciones, barcos y aviones que no pueden realizar sus trayectos, transporte terrestre también inutilizado. Son sólo algunos de los efectos que una eventual fuerte actividad solar podría provocar en la vida cotidiana.
La predicción de un incremento en la actividad del astro rey en los años 2012 y 2013, justo para cuando los astrofísicos calculan el periodo álgido del actual ciclo solar, está generando toda suerte de hipótesis sobre efectos más o menos catastróficos en la vida terrestre.
Pero los especialistas en telecomunicaciones no creen que los efectos de esas tormentas solares, con más fuertes emisiones de partículas electromagnéticas sobre el planeta, puedan tener una deriva de ese tipo.
"No creo que las tormentas solares tengan ese efecto tan brutal. Soy totalmente escéptico", señala Rafael Pérez, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y director del Instituto para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Idetic).
Aunque la probabilidad sea escasa, la vida cotidiana está en franca dependencia de los circuitos electrónicos que gobiernan aparatos y máquinas mediante microprocesadores, y estos presentan gran sensibilidad a fuertes campos magnéticos activados por la emisión de este tipo de partículas.
"Si se destruyera tan sólo un pequeño porcentaje de esos circuitos eléctricos", explica Pérez, "podría afectar los sistemas de navegación y transporte y la red de distribución de alimentos ser alterada, por ejemplo".
Los motores de coches, barcos, y aviones son accionados por microprocesadores formados por esos circuitos a los que dañaría una alteración del campo magnético por encima de valores normales.
"Si uno va a un gran almacén y se compra una blusa", ejemplifica el catedrático de la ULPGC, "la prenda pasa por una plancha que deja inservible el chip antirrobo. Se le aplica un campo magnético muy fuerte que quema todos los circuitos del chip. Eso podría aplicarse a las máquinas que nos ayudan en la vida cotidiana", añade Pérez. "No funcionarían, por ejemplo, las cámaras frigoríficas".
La afectación no tiene por qué ser total para provocar importantes desajustes. Con una destrucción menor se podría dejar sin efectividad para la navegación los aeropuertos, una circunstancia que sería más sensible en Canarias por su condición de territorio insular.
Pero el catedrático de la ULPGC considera que no hay motivo para la alarma. "Nuestra vida está rodeada de equipos electrónicos. Pero hoy también, más que nunca, sabemos cómo funcionan, cómo explicar los fenómenos que tienen lugar en el espacio y cómo hacer que esas máquinas sean más seguras".
Fuentes http://www.laprovincia.es/sociedad/2011/05/03/gran-apagon-2012/369671.html
La predicción de un incremento en la actividad del astro rey en los años 2012 y 2013, justo para cuando los astrofísicos calculan el periodo álgido del actual ciclo solar, está generando toda suerte de hipótesis sobre efectos más o menos catastróficos en la vida terrestre.
Pero los especialistas en telecomunicaciones no creen que los efectos de esas tormentas solares, con más fuertes emisiones de partículas electromagnéticas sobre el planeta, puedan tener una deriva de ese tipo.
"No creo que las tormentas solares tengan ese efecto tan brutal. Soy totalmente escéptico", señala Rafael Pérez, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) y director del Instituto para el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Idetic).
Aunque la probabilidad sea escasa, la vida cotidiana está en franca dependencia de los circuitos electrónicos que gobiernan aparatos y máquinas mediante microprocesadores, y estos presentan gran sensibilidad a fuertes campos magnéticos activados por la emisión de este tipo de partículas.
"Si se destruyera tan sólo un pequeño porcentaje de esos circuitos eléctricos", explica Pérez, "podría afectar los sistemas de navegación y transporte y la red de distribución de alimentos ser alterada, por ejemplo".
Los motores de coches, barcos, y aviones son accionados por microprocesadores formados por esos circuitos a los que dañaría una alteración del campo magnético por encima de valores normales.
"Si uno va a un gran almacén y se compra una blusa", ejemplifica el catedrático de la ULPGC, "la prenda pasa por una plancha que deja inservible el chip antirrobo. Se le aplica un campo magnético muy fuerte que quema todos los circuitos del chip. Eso podría aplicarse a las máquinas que nos ayudan en la vida cotidiana", añade Pérez. "No funcionarían, por ejemplo, las cámaras frigoríficas".
La afectación no tiene por qué ser total para provocar importantes desajustes. Con una destrucción menor se podría dejar sin efectividad para la navegación los aeropuertos, una circunstancia que sería más sensible en Canarias por su condición de territorio insular.
Pero el catedrático de la ULPGC considera que no hay motivo para la alarma. "Nuestra vida está rodeada de equipos electrónicos. Pero hoy también, más que nunca, sabemos cómo funcionan, cómo explicar los fenómenos que tienen lugar en el espacio y cómo hacer que esas máquinas sean más seguras".
Fuentes http://www.laprovincia.es/sociedad/2011/05/03/gran-apagon-2012/369671.html
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