Encélado, una pequeña luna de Saturno, saltó a la actualidad hace 5 años cuando la sonda Cassini detectó unos espectaculares géiseres emergiendo de su superficie. Nuevos estudios muestran ahora que los géiseres podrían surgir de océanos líquidos, posiblemente efervescentes, escondidos bajo una corteza de unos 40 kilómetros de espesor. Tales océanos son candidatos ideales para la búsqueda de vida extraterrestre.
Un mundo helado y diminuto
Con tan sólo unos 500 km de diámetro, Encélado es una de las pequeñas lunas más interiores de Saturno. Su superficie es muy brillante, pues refleja prácticamente toda la luz que recibe del Sol. Debido esta alta reflectividad, su temperatura superficial es muy fría, se mantiene en los 200 grados bajo cero. Pero la corteza de Encélado es muy inhomogénea. Algunas partes muestran cráteres de hasta 35 km de diámetro, mientras que otras zonas son muy lisas (y por lo tanto jóvenes), y aún hay otras regiones que presentan profundas estrías y deformaciones diversas. Todo esto se sabía desde que las sondas Voyager pasaron por la proximidad de la pequeña luna al principio de la década de los 1980. En aquel entonces, Encélado no parecía tener gran interés.
Pero esta situación cambiaría cuando en 1997, con el fin de visitar Saturno y sus lunas, la NASA -en colaboración con la ESA- lanzó la sonda Cassini, una nave espacial que viene protagonizando una auténtica odisea interplanetaria.
Fuentes y leer toda la noticia aqui : http://www.elmundo.es/elmundo/2011/01/31/ciencia/1296487531.html
Un mundo helado y diminuto
Con tan sólo unos 500 km de diámetro, Encélado es una de las pequeñas lunas más interiores de Saturno. Su superficie es muy brillante, pues refleja prácticamente toda la luz que recibe del Sol. Debido esta alta reflectividad, su temperatura superficial es muy fría, se mantiene en los 200 grados bajo cero. Pero la corteza de Encélado es muy inhomogénea. Algunas partes muestran cráteres de hasta 35 km de diámetro, mientras que otras zonas son muy lisas (y por lo tanto jóvenes), y aún hay otras regiones que presentan profundas estrías y deformaciones diversas. Todo esto se sabía desde que las sondas Voyager pasaron por la proximidad de la pequeña luna al principio de la década de los 1980. En aquel entonces, Encélado no parecía tener gran interés.
Pero esta situación cambiaría cuando en 1997, con el fin de visitar Saturno y sus lunas, la NASA -en colaboración con la ESA- lanzó la sonda Cassini, una nave espacial que viene protagonizando una auténtica odisea interplanetaria.
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